
William George Ward
Hace ya casi una eternidad que empecé a estudiar Medicina. En aquel momento, varias fueron las razones que me llevaron a elegir una de las carreras más duras: siempre me ha gustado la Biología y sus ciencias afines. Además, la Medicina tiene un componente de entrega y solidaridad que la hacían muy atractiva.
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Una vez que acabé mis estudios de licenciado, tocaba elegir especialidad… ¡Dios mío ! ¡Qué escoger !. La enfermedad infecciosa como objeto principal de mi especialidad reunía las condiciones adecuadas, ya que probablemente junto a la cirugía, son las dos disciplinas en las que casi siempre se acaba con el problema del paciente: ¡El enfermo se cura definitivamente!.
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Como nuestro país es uno de los pocos del mundo desarrollado que no tiene regulada todavía la formación en Enfermedades Infecciosas, decidí meterme sin mucha información en el mundo de la Microbiología. ¿Microbiología? ¿Qué era eso?. ¡A mi que me gustaba el contacto con el paciente, “tocar tripas y auscultar…”! de repente me encontré dentro de un laboratorio sin tener muy claro cual era mi lugar en este ambiente.
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El primer año de residencia fue de felicidad y curiosidad absoluta porque todo era nuevo para mí. El segundo fue de depresión y replanteamiento de mi orientación profesional. Por fin, el tercer año fue cuando comprendí el valor que tenía la Microbiología Clínica, cual era mi papel y lo fascinante que podía ser. Tan fascinante que constantemente se ve amenazada por otras disciplinas afines y no tan afines.
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De manera que hace ya más de 20 años comencé mi singladura en este proceloso océano lleno de marejadas, remolinos y naufragios, hasta ahora que me veo convertido en el jefe de un servicio de Microbiología de uno de los hospitales más importantes de este país. ¡Quién lo iba a decir!.
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Sin embargo, mi visión y mi percepción de la realidad de la Microbiología española no ha variado ni un milímetro desde aquellos años: tenemos una especialidad enferma, con escasas salidas profesionales y poco atractiva, ya que es una de las últimas en ser elegidas en las convocatorias anuales de MIR. Esta enfermedad no proviene tanto de fuera como de nosotros mismos, de nuestros vicios, ceguera y pasividad ante la realidad cambiante que nos rodea.
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Hay varias razones que a mi entender han contribuido a esta situación:
- La orientación desmesuradamente “laboratorio-centrista” de la profesión. Como no me canso de repetir, nuestra especialidad es una disciplina “Con laboratorio” y no “De laboratorio”. Con frecuencia se nos olvida para qué estamos en un hospital, cual es nuestra última misión. Se nos olvida que detrás de esa biopsia, esputo, punción…etc. hay un enfermo que está esperando ansioso un diagnóstico para ser tratado correctamente. En ocasiones hacemos demasiado hincapié en obtener un resultado microbiológico preciso, “mareando la muestra” sin darnos cuenta de que cuando hemos emitido dicho resultado, probablemente ya no es relevante clínicamente porque no hemos llegado a tiempo.
- El (en ocasiones) excesivamente cómodo desempeño de nuestro trabajo. Todos conocemos muchos casos en los que el microbiólogo solo está presente en el hospital de lunes a viernes y de 8 a 15:00h. El resto del tiempo… ¿no existe la enfermedad infecciosa?, ¿no hay pacientes?. Esta situación se perpetua en muchos centros, constituyendo una losa que resta credibilidad a cualquier iniciativa encaminada a mejorar el diagnóstico desde el Servicio de Microbiología. “Si no estás cuando surgen los problemas, nadie te espera”.
- La actitud pasiva, cuando no de “avestruz”, escondiendo la cabeza ante posibles amenazas que provienen de otros ámbitos: la troncalidad, los laboratorios core, las enfermedades infecciosas, los “point of care”, las competencias en infección nosocomial…etc.
No quiero dar una imagen excesivamente “plañidera” de nuestra profesión y desgraciadamente no tengo todas las respuestas a los interrogantes que nos plantea el futuro. Sin embargo, sí tengo una cosa clara: la peor de las actitudes es la pasividad ante las amenazas, la negación y el encastillamiento en unas estructuras que no van a sobrevivir. La Microbiología va a cambiar (ya está cambiando) con o sin nosotros. De nosotros depende transformar las amenazas en oportunidades:
- Tenemos que modificar nuestra visión del laboratorio para integrarlo en el hospital. Nuestra tarea es inútil si no tiene como centro el paciente. Debemos participar activamente en todos los foros, comisiones, grupos de trabajo …etc. hospitalarias o extrahospitalarias, en donde se toman decisiones que tienen que ver con la enfermedad infecciosa y el manejo de antimicrobianos. (Si no estás nadie te espera).
- No podemos permitirnos una Microbiología de 8-15:00 h de lunes a viernes. Si creemos que nuestra disciplina es esencial para el correcto manejo de los pacientes y queremos que tenga impacto en el pronóstico de los mismos, debemos luchar por conseguir una atención microbiológica 24x7x365.
- La aparición de nuevas estructuras centralizadoras con los laboratorios “core” a la cabeza. Debemos mantener una actitud crítica desprovista de prejuicios, teniendo en cuenta siempre lo que es mejor para el paciente. Hay que buscar o realizar estudios independientes que cuantifiquen el impacto de la centralización de los laboratorios en cadenas “core” no solo desde el punto de vista económico sino de la seguridad de los resultados y por tanto de la seguridad de los pacientes.
- Las nuevas tecnologías nos ofrecen la oportunidad de proporcionar resultados fiables en poco tiempo, justo cuando se toman las decisiones más importantes en el curso de una enfermedad infecciosa. Para ello, tendremos que cambiar las estructuras para que permitan la utilización de sistemas de diagnóstico rápido, incluso en la cabecera del enfermo, pero sin perder de vista el diagnóstico integral microbiológico. Tenemos que crear potentes herramientas diagnósticas que ofrezcan precozmente un resultado fiable. ¡Se trata de echarle imaginación al asunto, colegas!.
- Debemos dejar de considerar a los infectólogos como nuestros “enemigos naturales” para considerarlos nuestros “aliados naturales”. Parece un tópico, pero estamos condenados a entendernos. El infectólogo puede desempeñar un papel dinamizador en los servicios de Microbiología, impidiendo la visión laboratorio-centrista y facilitando la apertura hacia el resto del hospital. El infectólogo puede ser nuestro principal valedor y sabe que sin Microbiología, carece de sus principales herramientas. Nuestro trato con ellos debe ser de igual a igual en franca colaboración y manteniendo una participación activa y demandante.
- Finalmente y en relación con lo anterior, tenemos que darnos cuenta de que la presencia de microorganismos “intratables” dentro y fuera de los hospitales, son una amenaza de tal magnitud que exige un esfuerzo de trabajo en equipo y coordinación entre todos los profesionales directamente implicados en la infección relacionada con la asistencia sanitaria. Es absolutamente necesaria la creación urgente de Unidades de Vigilancia Intensiva de microorganismos multirresistentes que amenazan la vida de nuestros pacientes, compuestas por microbiólogos, preventivistas e infectólogos con el único objetivo de impedir la diseminación de estas auténticas “máquinas de matar”.
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En definitiva, se trata de luchar y luchar. La solución a gran parte de nuestros problemas, está en nosotros mismos, y como dijo William George Ward: “El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas”. Ajustemos pues las velas para beneficiarnos de las corrientes. Esta profesión merece la pena el esfuerzo.
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Julio García Rodríguez, microbiólogo.
Hospital Universitario La Paz
Madrid
Excelentes reflexiones Julio, a las que me sumo al 100%
un abrazo
José Miguel Cisneros
Totalmente de acuerdo sobre todo con las actitudes proactivas y optimistas, a pesar de las barreras que existan y emerjan en cada centro y de la oposición de algunos compañeros microbiologos o infecto logos que no quieren que nada cambie ni mejore.
Me ha gustado mucho la autocritica, la descripcion de la realidad y las ganas de seguir defendiendo y luchando lo que nos gusta. La Microbiologia debe de ser rapida, fiable y practica. Como dicen las madres » hay que hacerse valer», la microbilogia debe ser un servicio necesario e imprescindible y nosotros los primeros en creernoslo, sino perpetuaremos esta lenta agonia profesional.
De acuerdo con Julio en todos y cada uno de los puntos. Aún se me ocurren algunos más para analizar como la enorme diferencia entre hospitales grandes y pequeños (en formación, -sin residentes, sin posibilidades de investigación y con pocos estímulos-; ausencia de tecnología -sin acceso a MALDI y a otras técnicas que «marcan la diferencia», etc-) , la «poco cuidada» relación con Atención Primaria (los primeros consumidores de antimicrobianos, pero también los que más muestras aportan a Microbiología…y los menos atendidos ) y lo difícil que es explicar que «hay vida fuera de la poyata».
Como microbióloga me sumo, con pleno convencimiento, a la necesidad de caminar junto a los infectólogos. Es fundamental insistir en ello, y en la tan repetida necesidad de colaboración multidisciplinar. Y no olvidemos nunca a los médicos de Urgencias, a la Atención Primaria (incluyendo a los pediatras, ¡como no-!)… y a la enfermería.
Muy de acuerdo con muchas de las cosas que dices. La labor del microbiologo a la cabecera del paciente. Echo en falta que en algunas de las tareas y campos de acción no cuentes con tus compañeros especialistas en Medicina Preventiva y Salud Pública entre los que me encuentro.
Disponemos de las herramientas necesarias y los conocimientos específicos para la vigilancia, prevención y control de la infección asociada a la Asistencia Sanitaria. Hemos nacido hace ya muchos años en el seno de la Microbiología y en vez de aunar esfuerzos nos empeñamos, por ambas partes, en separar nuestros caminos e intereses, y así nos va a todos.
Creo que llega el momento de construir Unidades Clínicas en las que sumemos lo mejor de cada uno en interés de los pacientes, en un campo tan maravilloso como extenso como es el de las enfermedades infecciosas.
Muy de acuerdo con las reflexiones que he leído. Totalmente convencida de la labor fundamental del microbiologo a la cabecera del paciente en el control de la infección.
Echo en falta la referencia al papel de los compañeros especialistas en Medicina Preventiva y Salud Pública, entre los que me encuentro, en cuanto a que disponemos de herramientas y conocimientos específicos en vigilancia, prevención y control de las infecciones asociadas con la Asistencia Sanitaria.
Nuestra especialidad nació hace ya muchos años en el seno de la microbiología y en vez de sumar esfuerzos nos hemos empeñado en discutir competencias.
Cada vez es más frecuente la creación de Unidades Clínicas por parte de otras especialidades y creo que es por ahí donde, tanto microbiólogos como preventivistas, podemos ofrecer lo mejor de nuestras disciplinas en el manejo de las infecciones tanto en el hospital como en la Comunidad.
Espero poder llegar a trabajar de este modo, sumando y no dividiendo, en este campo tan maravilloso como extenso como es el de las enfermedades infecciosas.
Después de muchos años de Medico decidí hacer la especialidad de Microbiología en HCUV. Y ahí estoy. Suscribo el 100% de este articulo. La Micro es preciosa, indispensable para el clínico. En nuestras manos esta hacerla respetar y que ocupe el puesto que le corresponde. Cada día descubro mas aspectos para desarrollar esta especialidad y es importante hacerla atractiva y que los jóvenes médicos QUIERAN SER MICROBIÓLOGOS, no que lleguen a esta especialidad porque no había otra
G Prats
Hay procesos irreversibles, como la desaparición de la microbiología tal como la conocemos ahora, con su halo romántico de placas con elegantes colonias de lujosos colores y antibiogramas con halos y lineas que se entrecruzan en un vals de antagonismos y sinergias, como en una foto de las órbitas en el cielo.
Todo irá poco a poco a la máquina, como en boquímica. El tempo exacto en que esto sucederá es difícil de prever, El microbiólogo, como lo entendemos ahora, desaparecerá , habrá solo un experto en apartos, controles de calidad y estadística. Los aparatos serán manejados por técnicos cualificados. El papel actual del microbiólogo lo absorberá el infectólogo .
Claro que hay una solución: hacerse infectólogo; para cualquier otra solución; perded toda esperanza